Casa de Los Laureles 1980-1986




APRENDIENDO SOBRE LO VERNÁCULO

Este proyecto nace de una confrontación muy directa con la arquitectura vernácula del Norte de Tenerife. Así, el proyecto trata de recuperar determinadas componentes de la arquitectura popular como material válido para una obra contemporánea.

Las razones de esta actitud parten de la voluntad de ofrecer una respuesta a una mal llamada arquitectura "canaria" que recuperando determinados elementos formales de la arquitectura popular constituye una de las demandas mas potentes que los clientes locales solicitan como lenguaje distintivo de las obras de arquitectura.

Esta marca de la construcción "canaria" ha surgido motivada por determinadas aportaciones teóricas que determinados arquitectos del archipiélago, como Marrero Regalado o Miguel Martín, realizaron dentro de la estética regionalista imperante a lo largo de la posguerra española y, sobre todo a partir de los años cincuenta, ha venido consolidándose entre las clases mas acomodadas como una imagen arquitectónica recurrente que reivindica lo "canario" entendido como recuperación de algunos temas de la arquitectura popular.

El uso de cubiertas de teja árabe, enfoscados y carpinterías de madera serían los elementos fundamentales que dentro del imaginario local representarían en la actualidad a la esencia de lo "canario" en arquitectura y se reclaman fervientemente como garantía estética.



Frente a esta visión reductiva de la arquitectura popular, al afrontar este proyecto de vivienda se planteó la necesidad de abordar una pequeña reflexión sobre determinados prototipos tipológicos que son muy característicos en las casas campesinas del Norte de Tenerife, al objeto de evaluar las posibilidades de hacer un proyecto contemporáneo recuperando determinadas concepciones espaciales destiladas por la cultura tradicional.



Uno de los sistemas mas característicos en la solución de la vivienda rural en esta comarca ha consistido en la construcción de un pequeño prisma rectangular de proporción 1:2,5 bajo cubierta de tejas a cuatro aguas, al cual se le iban añadiendo, paulatinamente y en paralelo, nuevos módulos a medida que las necesidades familiares iban siendo mayores y la aportación de nuevos espacios se hacía imprescindible. De este esquema tipológico se pueden encontrar múltiples ejemplos en la zona donde se sitúa el proyecto, en algunos casos llegando a construirse hasta cuatro naves paralelas.

La propuesta realizada consistió, por tanto, en organizar la ejecución del edificio en dos fases, consiguiendo así adaptar la futura vivienda a la economía de los propietarios. Su composición se basa, por ello ,en la colocación de dos naves paralelas en la parcela existente, orientando su eje mayor en la dirección de las magníficas vistas y el horizonte.

La simplicidad volumétrica de las piezas proyectadas permitió su construcción en dos fases separadas temporalmente, lo que en la práctica se dilató en un período de mas de cinco años. En un primer momento, se realizó una única nave rectangular que contenía un gran ámbito destinado a estar y comedor con un pequeño mueble adosado de cocina abierto a este espacio; en el centro se colocó una pieza de baño que servía de elemento que compartimentaba el espacio interior, reservando la parte trasera para el único dormitorio existente entonces.

La zona de estancia y comedor se estructuró, a su vez, en dos niveles entre los cuales se dispuso una chimenea, a la manera de hogar o centro de la casa. La gran ventana al exterior de este espacio trata de enfatizar y enmarcar las vistas sobre el paisaje rural circundante. Próximo al volumen central de servicios se coloca el acceso principal y el comedor junto al mueble de la cocina.


La composición general de esta nave se conecta aparentemente con los modelos americanos de Mies, pudiendo ser un pariente "canario" de la Casa Farnsworth de 1945, aunque los criterios espaciales sean radicalmente diferentes. Frente a un espacio continuo totalmente abierto al paisaje exterior y colocado como un artefacto sobrepuesto al terreno de la obra de Mies , esta casa se recluye en su interior conectándose con el exterior por una abertura que lo enmarca y su inserción en el lugar se realiza mediante un zócalo muy potente de mampostería de piedra basáltica.

La distribución realizada retoma otro tema de la arquitectura popular de esta isla, en la que la compartimentación interior casi nunca suele realizarse hasta el techo, manteniendo una cierta fluidez de espacial así como la posibilidad de percibir unitariamente la estructura básica. De esta manera, en la casa se tiene siempre una visión completa de la cubierta de madera.

En la segunda fase, terminada en 1985, se produjo una transformación de las características funcionales previas, sustituyendo el dormitorio por una cocina mayor y eliminando este elemento del recinto central. La segunda nave paralela se adosa realizando un pequeño cuerpo intermedio mas bajo que sirve de transición y el nuevo volúmen se subdivide para albergar tres dormitorios y otro baño. El espacio intermedio actúa como distribuidor de las habitaciones añadidas y cuenta con una pequeña biblioteca a la cual entra luz desde una claraboya central.



El sistema constructivo empleado se adapta a la imagen demandada utilizando el tejado de teja, las carpinterías de madera y los enfoscados, aunque su tratamiento y diseño obvia la referencia inmediata a la arquitectura popular. Con ello se ha conseguido no caer en el pastiche constructivo tan característico en las soluciones que han venido poblando masivamente este entorno de la isla en los últimos años. En este sentido, la construcción de una cubierta de madera supuso un ejercicio de reproyectación sobre los esquemas tradicionales, siendo sintomático que los carpinteros locales desconocían en gran medida las características de este sistema constructivo.

La aportación a la cualidad espacial del interior que ha supuesto está cubierta es muy importante y ha dotado a esta casa de un anclaje cultural de primer orden con su entorno.

Así, las preexistencias históricas de la zona han servido de base en este caso, para la determinación de un proyecto que no se abstrae completamente de su entorno y por ello, tiene un buen encaje territorial y formal. Esta pequeña reflexión sobre las características espaciales y constructivas de la arquitectura popular canaria y el empleo de patrones y recursos de la arquitectura moderna ha permitido realizar una obra que presenta matices diferenciales solo asimilables a este lugar.









Tipo de trabajo: Vivienda Unifamiliar
C. Los Laureles. Tacoronte, Tenerife
Proyecto: Junio de 1980
Terminación: Febrero de 1986

Promotor: Ana Trujillo La Roche y Federico García Barba
Constructor: Construcciones Hnos. García Núñez

Presupuesto: 3.416.832
Sup. Construida: 145,8 m2

Arquitecto: Federico García Barba
Francisco Hernández Ferrer, Arquitecto Técnico
Alejandro Cordero Díaz, Arquitecto Técnico

Fotografías: Jorge Nerea

Bibliografía: Revista BASA Diciembre 83
Revista BASA Nº 3. Noviembre 85
Revista ARQUITECTURA Nº 252. Enero-Feb. 85
Arquitectura y Urbanismo en Canarias 1968-1988
Revista BASA Nº. 26 2002
Guía de Arquitectura Contemporánea de Tenerife

Premios: Mención Oraá de Arquitectura 1982-1983